CONTIGO EN EL PUENTE


Contigo en el puente

Estambul (Turquía)


Felipe Espílez Murciano


Levanta tu mano de farol encendido
y descose la noche y sus pespuntes de frío.
Háblame de por qué los jacintos han huido
y por qué el cinturón del puente se quedó sin hebilla en el río.
Por qué los espejos se duermen en una imagen de escarcha,
donde los recuerdos se acurrucan y amortajan.
Por debajo de las suelas de las azucenas hay una esperanza,
por encima, pétalos blancos al aire le ladran.
Levanta tu mano de farol encendido
y quema la sombra callada de los hombres perdidos,
alumbra un camino de huesos y de lirios
y planta de violines sin cuerdas las orillas del camino.
Por el farol encendido de tu mano de nata,
la noche se me acorta y las pupilas se ensanchan.
Ya oigo la vieja canción de las piedras blancas,
por mis venas, arcilla, que de la tierra brota
en empujones de vida casi olvidada.
A lo lejos, cuatro lunas viejas cantan la canción del olvido,
llorando cuando ven la luz de tu mano, como un farol encendido.
Más cerca, a la distancia de cuatro suspiros,
yo, me levanto de mi mirada y sueño contigo.
Contigo, contigo…
mientras el cinturón del puente encuentra la hebilla que había perdido.



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