José Luis Pérez Fuente
Escritor, profesor y crítico literario
PRIMERA PARTE
– Elija una oración cualquiera, por ejemplo: "Yo
me como una manzana". Divídala en versos ad libitum para convertirla en poesía. El resultado podría ser este:
Yo
me como
una manzana.
– Ya tiene usted
un poema, una expresión versificada de un concepto radicalmente posmodernista,
que reniega de los preceptos líricos establecidos por ser un alegato limpio,
puro, sin aditivos, ecológico y, naturalmente, beneficioso para la mente. Pero
también puede ser una consigna pseudopoética que pretende apartar del sistema a
aquellos incautos que creen en el refugio ideológico como salida a su falta de
madurez intelectual, como poco.
– Divulgue su obra y añada la siguiente crítica, de
tintes absurdamente rimbombantes, para que ninguno de sus enemigos se atreva a
infravalorar su magnífico logro. Diga que ha sido escrita por un poeta o por un
político –a ellos se les suele perdonar casi todo, en especial si no se
entiende lo que dicen o lo que hacen–:
COMENTARIOS SOBRE EL POEMA
(Póngase el título) DE (Indíquese el autor)
Tenemos ante nosotros y
nosotras una interesante obra que acaba de publicarse: (Título). Su autor
(Nombre) es toda una promesa en el mundo de la literatura del sentimiento, ya
que comienza su andadura con fuerza expresiva y con ganas de romper una lanza y
unos cuantos versos para renovar los anquilosados fustes poéticos y, además,
con la intención de entrar, con luz propia, dentro de la oscura caverna de la lírica.
Analizamos a continuación el estupendo resultado conseguido, digno de la mejor
valoración:
Primer verso:
Yo
Primera persona, primer
elemento de la naturaleza que más nos importa y, no digamos, cuando se trata de
una obra artística: todos podemos ser “yo”
creador, “yo” espectador o “yo” lector cuando nos enfrentamos a
ella. Apreciamos aquí un canto a lo universal a través de la fusión en la
unidad más pequeña. Cualquier individuo es un “yo” para sí mismo y cualquiera puede aspirar a ser un “yo” sin que nadie se lo impida. Y todos
tenemos un “yo” absoluto e irrenunciable, a menos que se
tenga la valentía o la locura de saltar voluntariamente al vacío de la
inexistencia pasando a ser un infeliz “ex-yo” o un simple “no-yo”.
Segundo verso:
me como
Nuevo instante de
egocentrismo centrípeto. Ahora, el emisor refuerza la primera persona del
singular del verso anterior con un pronombre átono de tintes
reflexivo-ególatras. A continuación, la actividad fisiológica se hace presente
mediante la aparición del término “como”, un núcleo sintagmático que propone un
ejercicio de naturaleza violenta hacia la materia hecha fruta, que no se
resiste ante el acoso frugívoro de un ser superior con nombre y dos apellidos: homo sapiens sapiens. Obsérvese que este
verbo lleva implícita en su desinencia la marca gramatical de la primera
persona (“yo”), una reiteración poética que subyace para reforzar la voz lírica
del aedo.
Verso final:
una manzana.
Momento cumbre del poema
donde se abandona el protagonismo asumido hasta ahora por el ser que deglute,
haciéndose patente la ausencia de la primera persona, para centrar toda la
carga sintáctica en el complemento verbal que nos abre campos de semántica
viva, sensitiva y nos oferta la posibilidad de ser testigos de un discurso reivindicativo
de lo sano y lo natural. En una segunda lectura, podemos apreciar que la
manzana representa la libertad de elección del ser humano. Este podría comer
cualquier cosa, dada su naturaleza voraz y omnívora, pero el poeta ha querido
buscar el contraste, incluso la ironía, haciendo que sea la fruta una ofrenda
para el sacrificio incruento que representa el acto volitivo más primario del
ser humano. Es como si el autor nos quisiera decir "primero comer y,
luego, todo lo demás".
Si nos fijamos en el número
de sílabas de los versos (2, 3 y 5) podemos observar dos aspectos destacables.
Uno de ellos es el hecho de que la estructura métrica rompa con los cánones
estróficos establecidos, mezclando un verso de medida par con otros dos
impares. Además, nos percatamos rápidamente de que no hay rima que constriña o
violente la expresión de libertad que se intuye a lo largo de todo el escrito.
Otra característica muy especial es la que viene dada por la cantidad silábica
de los versos, coincidente con números primos, a modo de cábala esotérica que
quisiera explicar ocultas fuerzas del universo poético.
En conjunto, esta estrofa
de arte menor, de encabalgamientos espontáneos, nos hace pensar en la
cotidianeidad de la vida, nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad que
adquiere el ser humano con el entorno en el que vive y plantea la posibilidad
de usar el libre albedrío para incidir en el desarrollo de la pirámide
alimenticia del planeta y la diseminación de los frutos en el ciclo
reproductivo de las plantas.
El ritmo, los recursos
literarios y la revelación de sentimientos, tan típicos de un texto lírico,
aparecen cercenados por voluntad propia del autor/autora; los adornos están
castrados semántica-mente para provocar una limpieza técnica que refuerza la
sobriedad del enunciado y la expresión directa. Solo hay cierta ambivalencia
con la primera palabra (Yo) que
inicia el discurso: ¿Yo autor? ¿Yo poético? ¿Yo lector?. Es un recurso que el
autor (o autora) utiliza para desviar la atención del verdadero propósito, que
no es otro que la acción (comer).
Pero, como queriendo desorientarnos de la verdadera intención comunicativa, la
voz poética vuelve a insistir en el despiste pronominal añadiendo un nuevo
vocablo (me) que carga de fuerza
expresiva el mensaje poético y llena de dudas al receptor sobre el género
gramatical desde el que se inicia el hecho comunicativo: ¿puedo ser yo el
sujeto que come la manzana?, llegaría entonces a preguntarse el lector...
La presentación resultante
de la partición en tres versos es tremendamente efectiva. Visualmente nos
indica un decrescendocadencioso que
se asemeja a una escalera bajando hasta los infiernos de la razón o del
delirio:
Es una caída libre hasta
el éxtasis interminable que es asumido por el tiempo presente del verbo: una
tarea inacabada, imperfecta, ya que no deja finalizar nunca la acción –es un comer perenne, continuo...–. Recuerda a
Sísifo condenado, que realiza su trabajo –castigo eterno– hacia arriba y hacia
abajo:
– Otra alternativa, en esta primera fase de
creatividad, puede ser la de inclinar su tendencia compositiva hacia sentencias
breves y doctrinales. Siéntase filósofo, erudito o simplemente un transmisor de
proverbios y apotegmas. Si lo publica usted en las redes sociales, acompáñelo
de imágenes impactantes que refuercen el valor de su testimonio. No necesitará
más. Vea algunos ejemplos:
«Una manzana
cada día, el médico te ahorraría».
«No hay cosa más
sana, que comer en ayunas una manzana».
SEGUNDA PARTE
– Hágase con un manual o un diccionario de poesía (los
glosarios alojados en la red de redes también pueden ser útiles). Acompáñelo de
un diccionario de sinónimos, porque nunca se sabe...
– Siéntase un barroco de pro y gestione su vocabulario
para que la logística de su cerebro oscurezca los significados y adorne los
términos lingüísticos de forma que sea
difícil –o imposible– entenderlos. Desordene la sintaxis natural, busque
sinónimos forzados, cincunloquios extremos, metáforas violentas, vocablos
arcaicos y palabras sonoramente ostentosas... ¿lo tiene ya? Entonces, el poema
logrado en el primer paso:
Yo
me como
una manzana.
puede quedar transformado en esta estrofa:
El auténtico e indisociable ser en el que habito,
una fulgente poma rubicunda
ingirió.
– En este caso, dado que sus amigos probablemente ya
hayan leído su primer trabajo y la crítica favorable adjunta, es posible que
estén preparados para contraatacar con todas sus fuerzas, si este nuevo intento
no resulta de su agrado. Defiéndase con una estrategia distinta, hágase el
interesante y no se deje dominar. También empezará a encontrar fervientes
admiradores que lo adulen en demasía... He aquí algunas de las posibles
opiniones de sus lectores y las respuestas que puede espetarles:
– “Tu trabajo es basura, palabrería sin sentido”.
Respuesta: Yo valoro la
importancia de la palabra en sí. Ella sola es generadora de significados. Si se
une, además, a otras, se crea un enunciado, un conjunto organizado de sonidos,
ritmo y musicalidad que tiene como fin último la grandeza de la forma por encima de la
concepción significativa. El aspecto y la sonoridad fomentan la instauración de
un clímax extático que forja nuevos horizontes semánticos.
– “¿Para qué tanto rodeo?”
Respuesta: El eco de la
poesía permite ir y volver a la voz lírica tantas veces como quiera viajar. La
libertad del verbo y sus conexiones léxico-sintácticas crean bucles
paroxísticos que generan mi poesía.
–“¿El mensaje final es que sabes utilizar el
diccionario de sinónimos?”
Respuesta: Yo no uso el
diccionario, es él quien me utiliza a mí. Conecta con mi cerebro y yo lo
interpreto y lo reflejo en mis versos. Mis poemas son una celebración
lexicográfica, un sacramento semántico.
– “Es muy bonito, pero no lo entiendo”.
Respuesta: La hermosura es
lo sublime, es el arte. Si has llegado a descubrir la belleza, aunque nades por
el mundo de lo desconocido, es que la poesía ha tocado tu corazón y tu
intelecto. Estás en el universo de los elegidos por Calíope para saborear los
manjares de la excelencia. No es necesario comprender, sino sentir.
– “Te admiro, yo no sabría expresarme así”.
Respuesta: La poesía es un
proceso de creación en el que todos estamos implicados. Tú, como lector, ya
eres parte de mi poema, ya estás creando tu propio poema en ti. Los dos somos
poetas…
– Si esta faceta le produce
tedio, cierto cansancio churrigueresco, al tener que consultar manuales y
diccionarios, puede optar por el ritmo y la rima fácil que le proporciona el
rap. No dude en intentarlo. Los resultados podrán ser calificados, por lo
menos, como poesía popular:
Yo me como una manzana
porque a mí me da la gana.
Y es una costumbre sana
que comparto con mi hermana
todos los días por la mañana…
TERCERA PARTE
– Relájese, deje la mente en blanco y ponga música
Heavy Metal o de un cantautor reivindicativo a todo volumen. Vuelva a recuperar
el poema conseguido en el primer paso:
Yo
me como
una manzana.
– Piense en algo desagradable (desde el recibo de la
luz hasta un apremio tributario, pasando por cualquier circunstancia que lo
enfurezca sobremanera) o píllese los dedos –o cualquier otra parte de su
cuerpo– con la tapa del piano...
– Ya está preparado para crear el siguiente pasaje.
Desahóguese, exprese libremente su mal humor y tiña los vocablos de maldiciones
y de términos escatológicos. No se asuste. Este puede ser el resultado:
Yo me comí una jodida manzana de mierda.
– Ahí lo tiene: todo un manifiesto vital con un estilo
inconfundible, que no pasa desapercibido y que conecta con el cine negro
americano o con el realismo sucio bukowskiano.
– Emplee, a ser posible, dibujos o fotografías
impactantes que refuercen su escrito. Olvídese de que la poesía no necesita
imágenes si es de calidad…
– Hay que advertir que el uso de esta habilidad puede
crear adicción y teñir todos sus escritos de un halo indecente y escabroso.
Resulta difícil desprenderse de esta maña una vez incorporada a su quehacer
como escribidor. Pero, en honor a la
verdad, hay que reconocer que, en la actualidad, es una de las prácticas mejor
remuneradas y algunas editoriales apuestan –con excesivo interés comercial– por
la publicación de estos coprofílicos libros.
– Si se ha inclinado por esta faceta poética –lírica
marrón le llaman algunos desaprensivos– tendrá que adoptar posturas radicales
para defender su obra ante los ataques furibundos de sus muchos y posibles
enemigos. Las dos actitudes más valoradas y útiles son:
1. Vestir de forma neojipi y usar el mismo vocabulario
soez para sus comunicaciones verbales o escritas. Deberá despreciar todo
aquello que esté establecido antes de que usted naciera al mundo de las letras
y negar toda relación con el capital, aunque posiblemente sus derechos de autor
le hagan cantar al gallo más de tres veces.
2. Vestir como un burgués adinerado y hablar
educadamente, al contrario de lo que hace al escribir. Esto conseguirá que sus
adversarios y críticos envidiosos queden desarmados ante tamaña contradicción.
Es una técnica infalible. Conviene reforzarla con un discurso demoledor como:
«Mi
poesía carece de adornos y está llena de insulseces que se asemejan a la
vacuidad de nuestra sociedad degenerada. Mi poesía es la respuesta a un
ser humano que quiere aparentar limpieza y anda metido en las más inmundas
cloacas. Mi poesía es la contracultura.» (Remarque mucho lo de “mi
poesía” para que sus oyentes se lo crean, de tanto escucharlo).
– Y, por supuesto, no se le ocurra citar en ningún
momento a Jeanette por aquello de "Yo soy rebelde porque el mundo me ha
hecho así", Puede quedar cursi, trasnochado y arcaico.
– Como complemento, conviene que conozca la existencia
de una moderna variante neopoética que consiste en la adaptación destructiva de
un poema famoso. Es lo que se podría llamar “La deconstrucción poética”. Más
que explicar en qué consiste, pasemos a leer un texto realizado con este
sistema y se entenderá todo a la perfección:
ECHANDO
LA MIERDA EN CORRAL AJENO...
¿Qué
es la mierda?
Dices mientras clavas en mi mierda tu mierda azul.
¿Qué es la mierda?
¿Y tú me lo preguntas?
La mierda...eres tú.
Dices mientras clavas en mi mierda tu mierda azul.
¿Qué es la mierda?
¿Y tú me lo preguntas?
La mierda...eres tú.
A
veces, me siento muy cargada, soporto la mierda de los demás junto a la mía,
una mierda que huele a distancia, esa mierda que nunca lleva sello, porque es
anónima, es una mierda irreprochable porque nadie quiere reconocer su autoría,
pero al fin y al cabo, no deja de ser nuestra mierda.
Es como si dejas a un perro abandonado y le arrancas su identificación para salvaguardar la felonía.
Es como una guerra, una guerra en la que la sangre no se conjuga ni se nombra,
una guerra llena de piernas, de manos, de ojos que se miran entre sombras, de bocas que suplican el perdón por un pecado ordenado, obligado, pero no asumido, una guerra que lleva escondido un blasón degradante, una guerra de mierda...
Y sigo, y respiro más mierda...
A cada paso, en cada esquina...
Estoy cansada...
Muy cansada...
La mierda lo envuelve todo...
No hay mierda más grande en el mundo que la mierda que oculta su propia identidad...
La dama de la humanidad se perfuma con raíces de mierda...
Nada huele tan mal, nada...
Aunque intentemos continuamente "quitárnosla de encima..."
Es como si dejas a un perro abandonado y le arrancas su identificación para salvaguardar la felonía.
Es como una guerra, una guerra en la que la sangre no se conjuga ni se nombra,
una guerra llena de piernas, de manos, de ojos que se miran entre sombras, de bocas que suplican el perdón por un pecado ordenado, obligado, pero no asumido, una guerra que lleva escondido un blasón degradante, una guerra de mierda...
Y sigo, y respiro más mierda...
A cada paso, en cada esquina...
Estoy cansada...
Muy cansada...
La mierda lo envuelve todo...
No hay mierda más grande en el mundo que la mierda que oculta su propia identidad...
La dama de la humanidad se perfuma con raíces de mierda...
Nada huele tan mal, nada...
Aunque intentemos continuamente "quitárnosla de encima..."
Mayu
Redondo[1]
– Espero que le haya quedado claro…
– También, dentro de este panorama de tintes fecales,
podría usted solicitar una beca de trabajo –por tres años– en la Fundación de
las Artes de Dinamarca y dedicarse a componer obras como las de
Ursula Andkjær Olsen (varias veces premiada):
Y el orden debería ser mejor NO desde aquí donde estoy
sentada el caos parece la única libertad posible. Dispara haz el favor GIGANTE,
CACA, PIS.
Todo lo que no me mata me hace más y más
anónima. Hasta que en el paraíso estos anónimos que
hay en mí se abran y
florezcan. El paraíso tras el cierre cuando no
vigilan. JODER siempre vigilan en el PARAPÍS. Es la puta valla. [...][2]
******
Matriarcado I
Si el mercado es una madre, tiene que ser ordeñado.
Si el individuo es una polla, tiene que usar condón.
Matriarcado II
Si un rico puede ser ordeñado, es una madre.
Matriarcado III
Puede follarse a un mercado madre, no ayuda,
las heridas vuelven a cicatrizar. [...][3]
– Posiblemente necesite nacionalidad danesa, entre otras muchas cosas... para obtener esta beca.
CUARTA PARTE
– Si ha sido capaz de superar las tres fases
anteriores, ya tiene ganado el cielo poético. Y le queda poco para empezar a
entender que solo el esfuerzo, la paciencia, la lectura y la reflexión harán de
usted un verdadero poeta. Podrá escribir cosas como esta:
La fruta de la inmortalidad
se ha inmolado en mi boca.
en lugar de:
Yo
me como
una manzana.
– Y se sentirá aliviado cuando lo vuelva a leer y a
releer, porque sabrá que un buen poema hace sentir y pensar muchas cosas,
necesitando más de una lectura para que llegue a su plenitud comunicativa.
– Ya no necesitará críticas, ni explicaciones
justificativas, ni contraataques... Su poesía se defenderá por sí sola.
Espero, paciente lector, haber sido de utilidad.
Un abrazo y una manzana.
JL
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